martes, 27 de abril de 2010

la laguna de Zempoala








La laguna de Zempoala

María del Carmen, mi madre, murió en el año 1965, en la ciudad de Rosario, Argentina.
Creo que hubiera preferido hacerlo aquí en México, y de donde fue su madre y en donde me encuentro transitoriamente o en Santander, España, donde nació.
Cuando ella falleció Gabi, mi hermana y yo éramos unas niñas de 5 y 7 años.
No teníamos dónde caernos muertas.
Así que un amigo de la familia le prestó a mi papá un lugarcito en el cementerio de la ciudad.
Veinticinco años después este Sr. tan generoso necesitó su lugar para descansar en paz.
Entonces mi papá sacó de allí a mi mamá y la cremó. Pero no supo qué hacer con ella.
Y en principio la tuvo un tiempo en el living de su casa, en una urna, en la maceta grande de una planta de interior de la calle Melo, en la ciudad de Buenos Aires.
Nosotras en ese momento vivíamos en México y yo estaba embarazada de mi hija Rocío.
Así que no pudimos ayudarlo a mi papá. Igual creo que tampoco nosotras hubiéramos sabido qué hacer.
Pero para septiembre del año 1990 mi hermana fue a Buenos Aires y buscó las cenizas de mi mamá.
Decidimos traerla aquí a México, la íbamos a enterrar en algún cementerio precioso de pueblo, como esos que en día de muertos toman un color, una luz y un sabor diferentes, esperanzador, como por ejemplo en Mixqui, que allí la muerte sí es otra cosa.
Gabi, mi hermana, se trajo entonces las cenizas de mi mamá en una bolsita azul de plástico del supermercado.
Cuando llegó a la aduana del aeropuerto de la ciudad México todo se complicó, porque ella no traía ningún certificado de ningún tipo y una bolsita azul de supermercado chino con cenizas extrañas, era incierto.
Estaba asustada y lloraba mucho.
El Sr aduanero medio que no entendía nada y medio que se apiadó de ella y con la ayuda conspirativa de la época, que en esos momentos permitía pasar diferentes cosas por las aduanas, mi hermana pasó con las cenizas de mamá en su bolsita de plástico azul de supermercado chino.
Una vez en casa decidimos salir a buscar un cementerio.
Durante varios domingos con el auto de Julio, el marido de mi hermana, recorríamos los pueblos con sus cementerios soñados.
Ninguno nos aceptó porque en realidad no había papeles:
-" pos no güerita, cómo sabemos nos, que no es un crimen", nos decían los guardias de cementerios.
Y así paseando y buscando tierrita santa, dimos con las Lagunas de Zempoala.
Allí finalmente tiramos las cenizas de mi madre.
En el Lago de los siete lagos.
Un día que no me acuerdo cual, nos sentamos en las orilla de aquel maravilloso lugar y vaciamos la bolsita de plástico azul.
Vimos con mucha emoción como las cenizas, poco a poco, se dispersaban y hundían en aquellas aguas transparentes y frescas, hasta tocar el cercano fondo y mezclarse con la tierra y con la diversidad de algas y musgos.
Y allí la dejamos con cierta mezcla de tranquilidad, miedito, llanto y otra vez desamparo.

Pasaron 20 años y este domingo volví a las lagunas con mi hija, ya crecida.
El clima era perfecto, el paisaje bellísimo.
Caminé.
El sonido era único, a lo lejos se escuchaban los murmullos de las familias comiendo y los niños jugando en ese plácido domingo.
La brisa movía lentamente las ramas de los pinos.
El sol se filtraba por entre las copas y me malcriaba.
El agua, cristalina, con musgo nuevo, nuevas especies de plantas, árboles que se han caído y se pudren allí dentro, forman otra vez una nueva capa de naturaleza.
Los pájaros revolotean, dan vueltas, suben y bajan rozando el agüita para tomarla y comer lo que por la superficie flota.
Esta se mueve lentamente fresca y clara.
Rocío camina.
Se sienta y contempla el paisaje.
Otra vez el pino me acaricia cuando la brisa lo mueve
y siento que mi madre me agasaja en este pino y en esta brisa.
Descansa en paz.
La vida es perfecta.
Regreso plena de emoción y de tranquilidad.
Mi madre me dio un abrazo en un domingo perfecto en la Laguna de Zempoala.

Abril, 2010
México

2 comentarios:

Yvonne dijo...

Anita, conociéndote como te conozco, viví y sentí todos los momentos que pasaste hasta llegar a la laguna de Zempoala, donde tu mami no solo descansa en paz sino que te acompaña permanentemente en todo el recorrido que estas haciendo por la vida. No estas sola, nunca estuviste sola, ella siempre estuvo a tu lado que de alguna u otra manera te guió para que supieras donde ella quería descansar en paz.
Sublime el homenaje a tu mami!!

Victoria dijo...

muy lindo tu post. me encantó!